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Pueblos singulares y paisajes pintorescos en Terras de Pontevedra

Aldeas Singulares Pontevedra Ponte Sampaio

Hórreos, molinos de agua, casonas de piedra, pazos… son muchos los elementos que configuran el paisaje gallego y que llaman la atención a quien nos visita. Pero existen algunos rincones aún más peculiares, pueblos y villas singulares cuyas piedras nos hablan de historia y tradición.

Nos adentramos en Terras de Pontevedra para recorrer algunos de sus pueblos singulares:

Serrapio Cerdedo Cotobade

Serrapio en Cerdedo-Cotobade

En el interior de Cerdedo-Cotobade se encuentra una pequeña aldea escondida tras una imponente masa forestal. Su tamaño, menor que la vecina Pedre o la ya abandonada Vichocuntín, esconde un paisaje que impresiona nada más llegar: en lo alto de una gran roca, una pequeña capilla del siglo XVIII dedicada a San Lorenzo, vigila desde arriba el valle.

Al lado de la capilla, un pequeño vía crucis, un palomar y un pozo completan uno de los conjuntos etnográficos más singulares de toda la provincia.

Desde aquí, un antiguo camino empedrado nos lleva hasta el puente románico de Pedre, que forma parte de la Ruta de los puentes del Lérez. Se dice que fue construido por Pedro de Pedre, el padre del Maestre Mateo, aunque algunos estudiosos remontan su construcción a los romanos. Tras el puente, el camino conecta con la aldea de Pedre y su bonito eirado de 22 hórreos conocido como Eira de Pedre o Eira Grande.

Combarro en Poio

Las imágenes de los hórreos de Combarro mirando al mar son compartidas a diario en redes sociales. Hablamos de uno de los paisajes singulares más conocidos de Galicia y que fue imagen turística de la comunidad durante años. Pero Combarro no sólo son sus 60 hórreos ni sus terrazas mirando hacia el mar.

Construído sobre un gran bloque granítico, pasear por las calles de Combarro es también descubrir sus casas marineras de piedra. Con la vivienda en la planta superior y almacenes en la inferior, muchas de ellas todavía conservan sus balcones o solainas, decorados con mazorcas de maíz o flores. Tradicionalmente, estos balcones estaban pintados del mismo color que las embarcaciones de sus dueños.

Otro de sus elementos distintivos son sus cruceiros en granito. En ellos la figura de la virgen siempre mira hacia el mar y el cristo crucificado hacia tierra.

Conde Cabanelas A Lama

Laxedo (Covelo) en A Lama

La carretera que lleva a Covelo es serpenteante. A ambos lados, campos de labranza y bosques autóctonos decoran el paisaje. Nada más llegar, nos saludan dos casas gemelas, uno de los grandes proyectos de Manuel Barreiro Cabanelas, quien construyó aquí dos escuelas que no llegarían a inaugurarse debido a la Guerra Civil.

A finales del siglo XIX, el conocido como Conde de Cabanelas, emigró a Brasil buscando fortuna. En el otro lado del Atlántico, se convirtió en un hombre de negocios del que se llegó a decir que era dueño de medio Río de Janeiro. Con el paso de los años, decidió volver a Galicia y luchar contra aquello que le había obligado a huir cuando todavía no contaba la mayoría de edad.

Su proyecto para luchar contra la diáspora no sólo tuvo su efecto en las grandes ciudades como Pontevedra, en la que fue uno de los benefactores del Hospital Provincial, sino que decidió invertir en el desarrollo del pueblo que le había visto partir. Aquí desarrolló un proyecto de urbanización y dinamización que rehabilitó fuentes, amplió las calles y repobló el lugar, donando casas a las parejas jóvenes que viniesen a vivir aquí.

En sus paredes, bajorrelieves y esculturas, algunas de ellas simples escenas de la vida cotidiana, otras propias de la mitología clásica y simples motivos naturales. Cada casa esconde un secreto, tallado en piedra y esperando a ser redescubierto. No fue lo único que construyó aquí, muy cerca se encuentran las Colonias, centros de formación para los niños de la zona y de toda Galicia, que venían a conectar con la naturaleza o aprender oficios tradicionales.

El proyecto de Conde Cabanelas se vio interrumpido al estallar la guerra y regresar a Río de Janeiro, pero todavía hoy se pueden encontrar vecinos que jugaron en sus colonias y que habitan sus singulares casas de piedra.

Illa de Medal Ponte Sampaio

Ponte Sampaio en Pontevedra

El puente de Pontesampaio (Ponte Sampaio) fue el escenario de la última batalla en Galicia contra el ejército de Napoleón, durante la Guerra de la Independencia. Su magnífico porte medieval con 10 arcos marca la entrada del Camino Portugués en Terras de Pontevedra y la desembocadura del río Verdugo, en un entorno de especial protección de la costa gallega.

La villa, de estrechas y empinadas calles, aprovecha toda la ladera con viñedos, jardines y campos de cultivo, creando una de las instantáneas más bonitas de las Rías Baixas.

A un lado, una pequeña isla se conecta con el paseo a través de una pasarela levadiza cuya puerta dice “Pequeniña, pero miña”. Es la conocida como Isla de Medal o Insuíña. La isla fue propiedad del pintor Antonio Medal, quien celebraba aquí reuniones con otros artistas relevantes del siglo XX, entre los que se encontraban Castelao, Laxeiro o Ramón Cabanillas, entre otros.

Tras su adquisición por el Ministerio de Medio Ambiente en 2008 con el objetivo de recuperar y proteger el litoral, la isla se abrió al público y hoy es un popular lugar de paseo de los vecinos de la localidad y los curiosos, que descubren tras su entrada un palomar, un hórreo, un pozo y un original cenador. Desde ella, se puede ver una panorámica única de los tres puentes que cruzan aquí el río Verdugo y de la villa de Pontesampaio.

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