En Galicia el agua forma parte del paisaje, pero se en algún lugar eso es determinante es, sin duda, en la villa de Ponte Caldelas. Muy conocida cómo villa termal, sus calles y plazas tienen una magia especial de casco urbano pequeño pero coqueto en el que llama la atención la nobleza de las construcciones, y la huella de la emigración en las casas de indianos.
Su nombre sugiere manantiales de aguas minerales, puentes, presas… pues recibe su nombre del puente y de sus aguas termales. Esa personalidad de villa termal se muestra en la tranquilidad de la villa, en los paseos de la ribera del Verdugo, o en la Alameda, que se llena de animación el día de feria en Ponte Caldelas, dos veces al mes, los días 5 y 20, así que es un buen lugar de reunión para vecinos de ayuntamientos limítrofes.
Además de poseer excelentes rincones, plazas y jardines en Ponte Caldelas destacan edificios emblemáticos como el Pazo de Doña Sofía, la Casa Consistorial, las casas de indianos, y el regio edificio de la antigua cárcel del antiguo partido judicial de Ponte Caldelas, hoy convertida en casa de la Cultura
Existió un balneario, del que poco más queda que el recuerdo, aunque está en marcha un proyecto para impulsar otra vez el termalismo en la villa. Pero más allá de lo termal, o lo fluvial se expresa en otro elemento fundamental en Ponte Caldelas, los puentes. El puente romano, que en realidad fue construido a finales del siglo XVI, y en el que en el año 1809 se libró una batalla contra el ejército del mariscal Soult, y el de madera, que es peatonal y reciente.
A cualquiera que se dé un paseo por la villa, le llamará la atención la abundancia de muestras de arquitectura colonial. Las casas de indianos testimonian el fuerte impacto de la emigración en la zona, que se concentró, fundamentalmente, en México y Brasil, como muestra la Casa de Méndez, y la vivienda chalet “Los molinos” entre otras. En buen estado de conservación, su color, y los detalles que las adornan ponen una nota de exotismo en un casco urbano pequeño pero coqueto.