Declarado Monumento Histórico-Artístico en 1970, el Convento de San Xoán de Poio es uno de los máximos exponentes de la arquitectura de la comarca, tanto por su antigüedad y excelente estado de conservación, como por su valor artístico. Por este motivo, su visita resulta imprescindible para todos los amantes de la historia y del arte que visitan Terras de Pontevedra
La fecha de fundación del monasterio es difícil de precisar pero está documentada desde mediados del s. X. Su origen se atribuye a San Fructuoso de Braga en el s. VII, pero desde siglo. X se registran numerosos privilegios reales y nobiliarios que contribuyeron al esplendor del convento, en el que se llegó la establecer, en 1548, un reconocido Colegio Mayor de Teología. Un hito en su larga historia es la exclaustración de los monjes benedictinos, que abandonan el convento en 1835, que estará sin orden hasta hasta 1890, cuando los mercedarios lo restauren y se instalen en el definitivamente.
Durante el Renacimiento y el Barroco, el monasterio vive su época de esplendor debido a las cuantiosas rentas que el convento recibía, procedentes de la explotación agraria y marina, que permitieron ir sustituyendo las viejas edificaciones medievales por otras nuevas y monumentales, llevadas a cabo por importantes maestros de la época como Ruíz de Pámanes, Mateo López, fray Gabriel de Casas, o Pedro de Monteagudo.
Como legado de esta etapa destacan también además otros aspectos culturales como la Schola Cantorum y la célebre Salve de Poio, si bien la mayor riqueza del convento es su inmensa biblioteca, que recoge más de 100.000 volúmenes, y recuerdos personales del sacerdote Antonio Rey Soto, que habitó en el convento, incorporando a su patrimonio notables elementos de la cultura gallega, como dibujos de Castelao, cerámica de Sargadelos, etc.
Del convento destaca el magnífico Claustro Procesional comenzado a construir sobre 1565. Este claustro es de corte renacentista, con hermosas bóvedas estrelladas, claves y ménsulas figuradas y una fuente llamada popularmente o “chafaris” en el centro del patio. Más tardío es el Claustro de la Portería (“Claustro de las Laranxeiras”), datado en la primera mitad del s. XVIII. En este llama la atención un gran panel, confeccionado en el siglo pasado por la afamada Escuela de Mosaicos, que representa el Camino de Santiago. A lo largo del mismo están expuestas distintas piezas pertenecientes al antiguo convento románico, y épocas anteriores.
También en esta etapa se construyó la iglesia monástica, datada entre finales del S XVII y comienzos del S. XVIII, que mezcla el clasicismo renacentista de los planos iniciales con elementos barrocos que fue adquiriendo durante la prolongación de su construcción. Además del retablo mayor, ornamentado con las características columnas salomónicas; destaca su solemne fachada, franqueada por dos torres-campanario con una portada con dos pares de columnas dóricas en el cuerpo inferior y otros dos pares de corintias en el superior.
El interior de la iglesia se configura en una única nave cubierta con bóvedas de cañón y de arista, donde se abren tres pequeñas capillas comunicadas entre sí a través de arcos de medio punto sobre los que se sitúan varios balcones. Más tardíos son los dos patios paralelos y la capilla, realizados cuando la llegada de los mercedarios en el XIX.
Es destacable también el hórreo que acoge la huerta monástica, uno de los de mayor longitud de Galicia, que nos da una idea de la riqueza de la orden monástica ya que tiene de 121 metros de longitud, y una morfología constructiva única ya que está montado sobre tres filas de pies.
El convento también guarda el Museo de Antón Machourek, con una colección de 150 obras del artista checo.