Esta ruta de Terras de Pontevedra por las Salinas do Ulló recorre la línea de costa de la ensenada de San Simón por el término municipal de Vilaboa en un camino sin apenas pendiente y alejado de la carretera, por lo que resulta muy adecuada para realizar con niños. Además, una buena parte de su recorrido se encuentra adaptado y resulta accesible para personas con movilidad reducida. A lo largo de la misma podremos disfrutar de cuatro ecosistemas diferentes: el bosque de ribera acompañando a los riachuelos que vierten sus aguas dulces a la marisma, el carrizal o zona de estancamiento de estas aguas dulces, la marisma, con aguas salobres fruto de la convergencia del agua oceánica con la de origen continental, y por último la ensenada, donde las aguas son prácticamente saladas debido a su origen fundamentalmente marino. Todo ello dentro de una Zona de Especial Conservación (ZEC) de los valores naturales, la Ensenada de San Simón.
Iniciaremos el recorrido desde el propio aparcamiento de las salinas. Saliendo del mismo y sin dirigirnos hacia la ensenada, tomaremos dirección hacia la derecha, caminando durante unos 150 metros por el arcén peatonal señalizado en color azul en pavimento de la carretera. Pronto cogeremos un desvío a la derecha. Siguiendo esta dirección nos adentraremos en un camino flanqueado por el bosque de ribera al fondo, donde abundan los alisos y diferentes especies de aves paseriformes como el camachuelo, y pegado al camino, a nuestra derecha, el carrizal (lugar de cría del rascón). Por la parte izquierda sin embargo se encuentra ya la marisma, un lugar en el que podremos observar diferentes tipos de aves acuáticas en busca de alimento, como garzas o garcetas, incluso si tenemos suerte, puede que también el colorido y veloz martín pescador.
Este tramo de unos 500 metros es prácticamente recto, y al final del mismo encontraremos un cartel que nos indica la dirección a tomar para acceder a las ruinas de la antigua granja de las salinas, unas instalaciones construidas a finales del siglo XVII por los jesuitas para el abastecimiento de sal al Reino de Galicia debido a la carencia de la misma por motivo de los conflictos bélicos con el vecino Portugal. La granja es hoy en día un lugar sorprendente del que se ha ido apoderando la naturaleza poco a poco tras su abandono. Durante la visita al lugar deberemos guardar las necesarias medidas de precaución, ya que el ruinoso estado de la misma así lo requiere. La gran lareira de piedra del edificio principal no deja indiferente a nadie.
Abandonaremos la antigua granja descendiendo por el camino que nos condujo a ella y caminaremos en dirección al gran dique de piedra del siglo XIX, una asombrosa estructura de casi 350 metros de longitud que servía para embalsar el agua durante las pleamares en la ensenada y desembalsarla con la bajamar a través de las aberturas que todavía se conservan en la orilla opuesta, y que formaron parte en su tiempo del ya desaparecido molino de mareas. Allí, la fuerza de la corriente movía los rodicios que hacían girar las moas facilitando la molienda.
Las vistas desde el dique son asombrosas, con las islas Alvedosas al fondo, en el centro de la ría. Desde este lugar se puede disfrutar también de la observación de un elevado número de especies diferentes de aves acuáticas, como cormoranes, garzas, garcetas, gaviotas, andarríos, vuelvepiedras o diferentes especies de anátidas, como las cercetas comunes, los patos azulones, el pato cuchara o el ánade silbón entre otras. No resultará tampoco complicado localizar un pequeño grupo de cisnes que fueron introducidos hace años en el lugar y que se han adaptado perfectamente a este entorno sin abandonarlo desde entonces.
Cruzaremos a pie el dique y avanzaremos unos 100 metros por el paseo que bordea la ensenada hasta toparnos con una intersección en la tomaremos la dirección de la derecha. Bordeando una pequeña ensenada nos acercaremos hasta el bonito Mirador de las Salinas do Ulló, un agradable lugar acondicionado con bancos y con unas privilegiadas vistas ideal para disfrutar del paisaje y de riqueza ornitológica de este enclave privilegiado.
Seguiremos por este camino que discurre pegado al mar rodeando Punta Ulló hasta su punto final, a la altura del puente de la carretera nacional justo en la desembocadura del río Ulló.
Desde este lugar iniciaremos el camino de regreso. Para ello retrocederemos sobre nuestros pasos hasta toparnos de nuevo con el recinto de acotado por el gran dique de piedra. En esta ocasión, no cruzaremos el dique sino que seguiremos nuestro camino por la derecha bordeando la ensenada. Al llegar a la intersección con la carretera giraremos a la izquierda para retornar al aparcamiento de las salinas.
“Bonus track”
Como complemento a la ruta anterior, y a muy poca distancia podremos realizar una segunda parte o ruta complementaria, dando lugar a lo que en gastronomía conocemos como un “mare e monti”… un recorrido circular de 4,3 km de distancia y 88 metros de desnivel máximo.
Hablamos de la ruta de Piedra Miranda. Para ello, nos dirigiremos hasta la cercana Canteira de A Lapa, a escaso quilómetro y medio del aparcamiento de las salinas (4 minutos en coche o 20 caminando).
- UTM: 29 T 531242 4688911
- GEOGRÁFICAS: 42° 21′ 6″/ -8° 37′ 14″
A los pies de esta antigua cantera existe hoy en día una pequeña laguna que vale la pena visitar. Cumplido este primer requisito, iniciaremos la marcha subiendo por una pista de tierra que arranca justo detrás del edificio que se haya en la cantera. A medida que ascendemos se dejan ver los distintos niveles o terrazas de extracción. Pronto llegaremos a una bifurcación desde la que veremos un depósito de agua a mano derecha, esta será la dirección que tomemos en dirección a la Piedra Miranda.
El sendero que atraviesa este pequeño monte nos dirige hasta la aldea de Cacheiro. Seguimos siempre las indicaciones marcadas, y tras atravesar el lugar al llegar a la falda de la montaña giraremos hacia la derecha. A escasos 50 metros abandonaremos la carretera para adentrarnos en el monte a través de un camino en codo con la misma. Caminamos entre robles y pinos, y en los cruces que nos vamos encontrando por el sendero cogeremos siempre el de la izquierda. Tras pasar por una zona donde abundan los castaños pronto aparecerá ante nosotros la Piedra Miranda, una curiosa formación natural a base de grandes bloques de piedra que forman una especie de cueva. La gran sorpresa nos la llevaremos al acceder a su interior, donde la erosión, trabajando como por arte de magia a lo largo de muchos siglos ha horadado la roca que sirve de techo, formando una especie de colmena de piedra dividida en multitud de celdas… hay que verlo para contarlo!
Justo en frente de la famosa piedra se haya un fantástico mirador natural que ofrece unas vistas inmejorables de la ensenada de San Simón, vale la pena subir a comprobarlo.
Desde este lugar iniciaremos el camino de regreso a la cantera, pero a no más de 200 metros haremos una nueva parada en un segundo mirador natural, esta vez señalizado. Tras disfrutar de las maravillosas vistas que éste nos ofrece proseguiremos con el descenso por la carretera, y en la primera intersección con la que nos topemos seguiremos por nuestra izquierda. A la altura de las primeras vasas que se cruzan en nuestro camino de descenso encontraremos una nueva intersección, en este caso seguiremos por la derecha. Siguiendo siempre el camino hacia abajo, llegará un momento que vayamos a dar con la carretera más importante del lugar. Al llegar a una pequeña encrucijada de caminos seguiremos por el primero que aparece a nuestra izquierda para acceder a una estrecha carretera que nos llevará de regreso a la cantera.
- UTM: 29 T 531059 4689135
- GEOGRÁFICAS: 42° 21′ 13″/ -8° 37′ 22″