Los senderos azules son itinerarios por el territorio cuyo objetivo es el de poner en valor los espacios naturales y de interés cultural y patrimonial situados en las cercanías de las playas que cuentan con Bandera Azul, en este caso, la playa fluvial de La Calzada, la primera de este tipo en obtener este distintivo tanto en Galicia como en el resto de España.
La ruta se inicia desde la propia villa de Ponte Caldelas, a escasos metros del antiguo Balneario, junto a un moderno paseo que transcurre paralelo al río, y donde no resultará complicado dejar el vehículo cómodamente estacionado. Desde aquí, y hasta el puente de madera la ruta resulta accesible para personas con movilidad reducida, se trata de un tramo corto pero que puede retomarse pocos metros más adelante, tras atravesar el centro urbano a la altura del puente de la carretera. Desde este lugar, este segundo tramo accesible alcanza hasta la mencionada playa de la Calzada.
Camino de la playa, y tras pasar la antigua fábrica de luz que dio origen a este camino, pronto alcanzaremos el monumento en homenaje al pescador, un hermoso bronce inaugurado en 2006 con motivo de la Festa da Troita, el gran emblema festivo y gastronómico de Ponte Caldelas.
Distintas especies típicas del bosque de ribera a la par que viejos robles cobijan el cauce del Verdugo a esta altura, así hasta llegar a La Calzada, una playa fluvial situada en un entorno verdaderamente paradisíaco. En este lugar las aguas rugen en estruendosa caída debido al desvío de parte del caudal a través de un canal construido para abastecer de agua a los molinos de la pionera fábrica de electricidad promovida por Clotilde Fernández y José Estévez a principios del pasado siglo.
Si el clima lo permite, podemos aprovechar para disfrutar de un agradable baño, bien a la ida, o mucho mejor, sin duda, a la vuelta de nuestra ruta, como recompensa a los esfuerzos realizados durante el recorrido.
Dejando atrás la playa y siguiendo el sendero, caminaremos durante un pequeño trecho pegados a la orilla. El río nos muestra a esta altura del sendero sus aguas más mansas.
Pronto cogeremos un desvío a mano izquierda entre eucaliptos que nos alejará un poco del cauce. Se trata del tramo más complicado de la ruta, con una pendiente ascendente que se mantiene durante unos 500 metros hasta iniciar de nuevo el descenso hacia el río a través de un antiguo camino empedrado que en época de lluvias suele estar bastante embarrada, de ahí la importancia de ir provistos de un calzado adecuado.
Pronto llegaremos a una intersección bien señalizada que nos indica las dos direcciones posibles a seguir, dirigirse hacia Laxoso a través de la Congostra y entre roblebas, o bien tomar el camino de la derecha que dirige hacia los pasos de Porto de Abaixo (a unos 800 metros), siendo esta segunda la dirección que tomaremos. Al topar con el río nos encontraremos una nueva intersección. Aquí deberemos coger la dirección de la izquierda. El sendero se abre paso entre robles y el bosque de ribera, para alcanzar pronto los pasos anteriormente mencionados. Los pasos, conocidos también como poldras, peares, pasais, pasadeiras o pasadoiros, no son más que sencillos conjuntos de piedras labradas dispuestas en hilera sobre el cauce del río, de forma que de un pequeño paso se puede ir pasando con facilidad de uno a otro hasta alcanzar de este modo la orilla opuesta. Al situarse estos pasos en zonas de río de escasa profundidad, el ganado que acompañaba antaño a las gentes que por aquí cruzaban podía a su vez atravesar el río sin dificultad gracias al escaso calado del mismo.
El sendero continúa a esta altura cruzando estos pasos para alcanzar a través de la orilla opuesta un nuevo conjunto de pasos, los de A Larpea y Portasouto. Sin embargo, actualmente esto no es posible, ya que recientes temporales se han llevado un conjunto de unos 4 o 5 pasos haciendo imposible continuar la ruta por el plan previsto. Aun así, el propio sendero nos ofrece una alternativa y un cartel situado junto a la orilla nos indica el camino hacia Laxoso para alcanzar nuestro objetivo desde esta misma orilla.
El pintoresco camino ascendente se inicia entre antiguos muros de piedra cubiertos de musgo, la estrechez del mismo nos obligará a caminar en fila de a uno, así hasta llegar a un nuevo cruce de caminos donde un pequeño panel informativo nos indica la dirección a seguir hasta los pasos de Portasouto, que a estas alturas del recorrido tenemos ya a poco menos de un quilómetro de distancia. Durante todo el itinerario seguiremos siempre las marcas azules y blancas que nos indican la dirección a seguir. Pasando con cuidado de piedra en piedra atravesaremos un pequeño regato que se cruza en el camino, y en la siguiente intersección giraremos hacia la derecha tal y como indican las señales. Pocos metros antes de Portasouto toparemos con el final de una carretera asfaltada, desde este lugar avanzaremos de frente por un sombrío camino flanqueado por viviendas a mano izquierda y una hermosa y densa robleda a por el lado derecho. En el siguiente cruce tomaremos dirección a la derecha, hacia el río, para encontrarnos por fin a escasos metros con los ansiados pasos de Portasouto.
El piso de cemento que presentan estos pasos les da una apariencia mucho más moderna, esto es debido a la restauración de los mismos efectuada hace no muchos años motivada por el desgaste ocasionado por uso y la erosión con paso del tiempo, lo que hizo necesario ampliarlos en altura. Caminando con cuidado y paso a paso, podremos, ahora sí, cambiar de orilla.
Allí nos encontraremos con un hermoso peto de ánimas dedicado a San Antonio, “o peto das almiñas”. A la derecha del mismo, y cruzando el regato con el que comparten nombre veremos los pasos de A Larpea, su bello desgaste delata una vez más lo concurrido del tránsito por este lugar desde hace siglos. Este camino enlaza con los pasos de Porto de Abaixo que no pudimos cruzar con anterioridad.
Desde los pasos de Portasouto iniciaremos el camino de regreso hacia Ponte Caldelas. Volviendo por donde vinimos, tomaremos dirección hacia Laxoso de Arriba.
Poco después de pasar junto a una torreta del alta tensión, en vez de descender de nuevo hacia el río seguiremos las indicaciones de la ruta que nos llevan a través de un bonito camino interior cobijado por frondosos robles. En nuestro camino de vuelta atravesaremos pasos muy sencillos y bajos que nos permitirán cruzar un pequeño regato sin mojarnos los pies, muy cerca ya de la intersección que tomamos en el camino de ida cuando nos dirigimos hacia los pasos de Porto de Abaixo. Desde aquí solo nos quedará deshacer el camino hecho inicialmente para retornar a Puente Caldelas donde iniciamos esta bonita ruta a orillas del río Verdugo.
“Bonus track”
A muy poca distancia de Portasouto se encuentra el “Foxo do Lobo”. Los fosos del lobo no son más que sencillas construcciones tradicionales empleadas antaño para capturar a los lobos que ocasionaban daños al ganado. Éstos consisten básicamente en un par de muros realizados con piedras de granito y dispuestos de forma oblicua, que se van acercando poco a poco aprovechando la pendiente (descendente en este caso) hasta llegar a un punto de aproximación tal que funciona como cuello de embudo. Los lobos, que eran perseguidos y asustados por los vecinos, iban poco a poco y sin saberlo acercándose cada vez más hasta estas estrechez, y al pasar por ella en su intento de huida caían en un pozo o foso cerrado a inferior altura donde quedaban finalmente atrapados.
Para llegar hasta este lugar, nos desviaremos del plan original de ruta nada más dejar atrás Portasouto, justo a la altura en la que nos encontramos con el final de la carretera. Ascenderemos por el arcén de la misma hasta su confluencia con la carretera comarcal PO-234 a unos 1300 metros. Desde este lugar avanzaremos a través de una pista forestal (la tercera de las 3 que aparecerán a nuestra derecha) y a poco más de 500 metros podremos encontrarnos con nuestro objetivo.
- UTM: 29 T 5444109 4695282
- GEOGRÁFICAS: 42° 24′ 30″/ -8° 27′ 50″